Luisa Carnés

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Luisa Carnés Caballero es la autora que cierra nuestro libro.

CREADORAS LETRAS

Su capítulo “La mujer nueva”, además de ayudarnos a ver el origen de Carnés, su ideología política o los temas que le preocupaban y ocupaban sus textos, también nos hace descubrir los cambios que se estaban produciendo en relación a las mujeres españolas, como la emancipación a través del trabajo, pero la necesidad de un trabajo digno (como recalca Antonio Plaza Plaza, experto en la vida y obra de Luisa Carnés y que ha prologado muchas de las reediciones actuales de sus novelas y relatos).

Este es alguno de los aspectos que se ven poco en otras novelas y autoras de la época: la conciencia de clase ligada al feminismo, la interseccionalidad. Esto se ve claramente en algunos de sus textos:

«Pero también hay mujeres que se independizan, que viven de su propio esfuerzo, sin necesidad de «aguantar tíos». Pero eso es en otro país, donde la cultura ha dado un paso de gigante; donde la mujer ha cesado de ser un instrumento de placer físico y de explotación; donde las universidades abren sus puertas a las obreras y a las campesinas más humildes. Aquí, las únicas que podrían emanciparse por la cultura son las hijas de los grandes propietarios (…); precisamente las únicas mujeres a quienes no les preocupa en absoluto la emancipación, porque nunca conocieron los zapatos torcidos ni el hambre».

A Luisa le preocupaba profundamente la educación de las mujeres, tal vez porque ella no pudo recibir una educación, tuvo que ser autodidacta toda su vida y sabía lo duro que era trabajar largas jornadas por un salario mínimo y llegar a casa y leer, leer y escribir para poder hacer aquello que de verdad quería hacer: contar historias. Ella misma dijo: «a mi regreso del taller velaba hasta la madrugada sobre las cuartillas, una frase cualquiera de mis compañeras me hacía pensar durante varias horas».

En esas historias que escribió Carnés se refleja la inclusión de las mujeres en las cuestiones políticas, no sólo por el hecho de solicitar el sufragio femenino (del que habla en su novela Tea rooms. Mujeres obreras, en la que también aborda cuestiones como el aborto o la prostitución), si no porque las mujeres comienzan a preocuparse por lo que sucede en el país, por investigar, emanciparse y hablar y hacer por su propia cuenta. Pero para ello, recalca la necesidad de acceder a una educación política, que estaba fuera del alcance de las mujeres. La protagonista de esta novela, Matilde, en realidad es su alter-ego, una Matilde que comparte nombre con otro de los personajes que han inspirado el primer capítulo de este libro: “Chicas con complejos”, el capítulo dedicado a Carmen Martín Gaite. Ambas Matildes y ambas escritoras, representan esa idea que Martín Gaite tenía de lo que eran las chicas con complejos y que describe en Usos amorosos de la posguerra como esas chicas que aspiraban a algo más que casarse, chicas que querían aprender, leer, saber, hacer, etc. Vamos, chicas con mundo interior. Y mundo interior a Luisa Carnés no le faltaba. Desde bien pequeña “me alimentaba espiritualmente de los folletones publicados en los periódicos, y con las novelas baratas”, hasta que llegó a leer a los grandes escritores de la literatura y descubrió todo un mundo en esas historias y múltiples posibilidades para construir otros mundos posibles.

En el capítulo ha querido hacerse referencia también al uso de la condición de nacer niña que hace Carnés en sus relatos y creaciones, de ahí que cuando se narra el nacimiento de la propia autora, describiendo la casa según ella lo hace en su cuento “En casa”, publicado en México en 1950, se utilice la expresión “otra desgraciada más”.

Por último, señalar que en este capítulo, para ligar con el inicio, no sólo se recurre a las Matildes, como nexo de unión entre Carmen Martín Gaite y Luisa Carnés, sino que se sitúa a la pequeña Celia, personaje de Elena Fortún que lleva a la primera a través del Barrio de las Letras jugando al pilla-pilla, dado que el personaje aparece en 1928 y, cuando Luisa publica Tea rooms. Mujeres obreras, en 1934, el personaje está próximo a cumplir los 7 años, la edad de la razón, como dicen el Catecismo y las personas mayores. Así, Celia, con su edad de la razón, acompaña a muchas de nuestras escritoras en sus vidas y, en este Creadoras Letras. Un recorrido ilustrado por las literatas de Madrid, también en sus relatos.