Carmen de Burgos
Tal como el título del capítulo viene a indicar, fue Carmen de Burgos una de las organizadoras de la primera marcha feminista en España, ocurrida en la Carrera de San Jerónimo el 30 de Mayo de 1921.
CREADORAS LETRAS
Justo 100 años después de este acontecimiento volvemos a situar la figura de Colombine – uno de sus muchos seudónimos usados para firmar sus artículos periodísticos – en el mismo lugar, precisamente en la Puerta del Sol desde donde la comitiva de mujeres partió camino al Congreso.
¿Cómo viviría Carmen ese día primaveral en el que harían historia? Partimos de la calle Luchana, donde Carmen tenía por aquel entonces fijada su residencia, a la par que la sede, oficialmente registrada, de la Cruzada de Mujeres Españolas, asociación que presidía y desde la que promovió la marcha. Pero antes de llegar a Sol, en nuestro relato, Carmen se desvía hacia la calle de la Princesa, justamente al Palacete de Pozas. Apenas unas semanas antes acababa de fallecer la que fuese feminista incansable por excelencia, doña Emilia Pardo Bazán. No se conoce amistad entre ambas propiamente dicha, pero gusta pensar que ante tales circunstancias la viva homenajea a la muerta, pues la lucha de las mujeres es más poderosa que las preferencias personales.
Al igual que la Pardo Bazán, Carmen también solía poner en manos de la opinión pública la cuestión femenina. A menudo, a través de artículos y columnas, lanzaba debates y sondeos sobre el divorcio o el sufragio. Aquel día en el que estaban convocadas toda índole de mujeres, desde obreras a señoras de alta alcurnia – pues a todas les concernía por igual su posición para con el devenir de su sexo – sería para Carmen una especie de testeo en el que comprobar el efecto de sus mensajes, comprobar a cuántas era capaz de poner en el camino de la militancia.
Y es que como mujer una puede o no militar en la causa, pero inevitablemente como mujer siempre se está en guerra. Se nace en guerra. Y es otro tema coyuntural en la figura de la escritora, ya que hablamos de la primera mujer reportera de guerra, enviada a cubrir el conflicto en Marruecos a principios del siglo XX. Carmen trató en sus artículos la objeción de conciencia, estando ella a favor del derecho a aquellos hombres que se negaban a matar. Aventurera por excelencia, pues también en servicio periodístico le pilló el estallido de la gran guerra en París junto a su hija. Ambas se dirigían a Rusia, pero el viaje quedó truncado cuando las detuvieron por haber encontrado entre su equipaje documentos en ruso, confundiéndolas por ello con espías.
En 1921, donde nos situamos, Carmen tiene 54 años a sus espaldas y mucho mundo. A partir de entonces se podría decir que empieza a enfocar su vida más incisivamente en la política, mermando su producción literaria considerablemente. Pero ya había tocado muchos temas en sus novelas y manuales; desde la historia universal de , a través de la cual defendía el derecho al divorcio, hasta El arte de ser mujer (1922), donde exponía su interés por la moda, aunque esta publicación data de un año posterior a la marcha. No es baladí entonces que detengamos a Carmen por un instante frente al escaparate de Casa Diego, tienda de abanicos y complementos artesanos que sigue impecablemente vigente en el mismo lugar, viendo la vida de miles de madrileños y madrileñas pasar a diario por Sol.
Carmen no tuvo una vida fácil, pero tampoco pasó desapercibida. Malcasada, logró escapar de su matrimonio y sacarse su título de maestra, viajar por Europa, ser reconocida en vida como periodista, escritora y, no lo menos importante, feminista inagotable.
La mujer no puede continuar siendo una masa inerte al lado de la actividad social masculina, sino que aspira a compartir con el hombre obligaciones al mismo tiempo que derechos; en una palabra, quiere tornarse la criatura consciente y digna llamada a colaborar y preparar un porvenir dichoso.
Aquí puedes leer un imprescindible de la autora: La mujer moderna.